Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

martes, 30 de noviembre de 2010

MIEDO A VOLAR

El pasajero del asiento 25A se removía incontrolado en su asiento. El del 25B le cogía de un brazo. La mujer del asiento de detrás lo agarraba por los hombros intentando tranquilizarle pero él seguía diciendo que la tierra estaba demasiado cerca, que veía los tejados de las casas y el mar, y las cabezas de las personas, y los coches circulando por las carretera y acababa de ver un pájaro por la ventanilla del avión y se iban a matar. La azafata se apresuró a llevar un tranquilizante para el pasajero descompuesto.
Antes había mirado el listado de pasajeros: Asiento 25A : Neil Amstrong. Astronauta.

27 Vidas


Dormía profundamente, cuando una sutil caricia en los pies me hizo despertar, al abrir los ojos, sonriente y tenebrosa estaba la muerte a los pies de mi cama, con grave voz me dijo:
" Prepárate he venido a buscarte "
Después del susto, calmadamente le respondí:
" No puedes llevarme, de mí dependen 27 vidas !! "
" Jajaja vamos, déjate de tonterías y levántate, ha llegado tu hora"
Parecía no creerme, y le expliqué...pero no quiso escucharme. Entonces finalmente me levanté y puse a mis 2 loros, 8 periquitos australianos, 2 agapornis, 2 gallinas enanas, 2 gatos y a mis 10 perros recogidos de la calle, en fila india y cuando iba a entregarme, corrí al cuarto de mi marido, él tampoco podría vivir sin mi...
La muerte miraba incrédula la larga fila que había formado, y pensando un momento me dijo:
" Efectivamente 27 vidas... Hágamos algo, dejemos ésto así, pero debes de cuidar más tu salud o tendré que venir a buscarte"
Suspiré de alivio, y al ir a desvanecerse me dijo:
"Un último consejo....Hazte la pedicura !"


artistalight

lunes, 29 de noviembre de 2010

Raindrop

Bajó, obligada, por el tubo de dos centímetros de diámetro perpendicular a la pared. El caudal le impedía vivir sus sueños de independencia e inevitablemente se dirigía al final del camino. Allí hervirían todas sus moléculas y ella, tristemente resignada, saldría volando en medio del chorro del baño matutino de un hombre medianamente peludo. Cansada de luchar se sorprendió al caer dos centímetros antes del brutal calentador; incomodó como nunca a aquel señor que desesperado en frío del invierno intentaba tapar el hueco con ambas manos. Ella sonrió al saberse aún salvaje y destructora.

Juan Vásquez



Úlcera

No entendía nada. Sólo recordaba la conversación telefónica con su novio. Recordaba el sufrimiento que padeció cuando escuchó que él, borracho, le decía que ya no la quería, que no volvería. Recordaba la efervescente ira, producto de la impotencia que sintió cuando él le colgó el teléfono, y no pudo decirle todo lo que quería, todo lo que debía, para tratar de evitar que su estomago estallara en llamas. Recordaba que cuando finalmente la úlcera la abrasó, ella se despertó blandiendo el cuchillo del Ikea sin entender por qué los ojos de su novio, aquellos ojos color miel que la enamoraron, estaban abiertos de par en par mirándola con una mezcla de amor, sorpresa y horror, pero sin vida.

La escritora

¡No sabía que escribir!, era su primera vez en ese lugar y quería causar una buena impresión. Caminó de un lado al otro poniendo distintas caras de concentración, cambiando de lapicera dos veces, ropa y peinado otro par. En ninguna de sus distintas poses de intelectual surgía algo interesante.
Otro intento: prendió velas negras y llamó a los espíritus de musas muertas que se presentaran para ella. Cuando una pequeña brisa apagó la llama, abrió los ojos y se encontró con una horrible aparición, de aspecto dantesco, sentada frente a ella con la netbook en sus piernas decidida a aportar su granito de arena con la energía cósmica de la imaginación… la pobre escritora sufrió un infarto; de ahora en más tendré que ser yo, musa y relatista.



www.palabrasqueconjuran.blogspot.com

domingo, 28 de noviembre de 2010

Miedo.

-"Uno, dos, tres, cuatro, no hay nadie ahí. Uno, dos, tres, cuatro, respiro despacito no me vaya a oír".
Juan se escondía debajo de las mantas, cada vez más asustado, no quería mirar lo que sucedía afuera, apretaba los ojos y se encogía.
-"Es una pesadilla, nadie viene a por mi".
De repente volvió a escuchar los pasos.
-"Uno, dos, tres..." Contando trataba de distraerse, aunque los oídos seguían intentando captar cualquier ruido extraño.
Se imaginaba al monstruo grande, con una boca enorme llena de puntiagudos dientes y rápido a la hora de comerse a sus víctimas, porque claro se las comía, ¡era un monstruo!.
-"Uno, dos, tres...¿y si me escondo más abajo?...sí, sí...así no me verá".
La almohada le servía para taponar la entrada y aunque empezaba a sudar la gota gorda, prefería pasar un poco de calor a ser descubierto. Y de nuevo se oyeron ruidos.
-"ALEX...¡SE VA A COMER A ALEX!...pobre hermanito, seguramente no se escondió bien... Uno, dos...ahora vendrá hasta mi cuarto, ¡qué suerte tienen mis padres de dormir al fondo del pasillo!...ahora viene a por mi... UNO..."

-"Pero Juan, ¿qué haces tan tapado?. Sube para arriba y deja de jugar que ya es tarde... Buenas noches diablillo".
-"Buenas noches papá".
Y después de un suspiro se dijo a si mismo;
-"Ves tonto, no había nadie".
Horas más tarde se despertó. Todavía era de noche y aún estaba oscuro...muy oscuro.

-"Uno, dos, tres, cuatro...¡ES PAPÁ, ES PAPÁ!".


su

Lloriquea

El escritor, delante de un vaso de whisky, helado de frío y sin agua corriente observa indefenso cómo le quitan también la luz.
La televisión, ya muda, deja de escupir sus matices multicolor, la vida en imágenes que nutría la mente yerma del artista sobre blanco.
- No valgo para nada sin la vida que no vivo- lloriquea.
El escritor suelta un bang! de juguete apoyando su índice sobre la frente. El suelo se llena de tinta hasta confluir en un charco negro que visto de lejos, desde la tranquila pausa del que lo sabe todo real, asemeja un pequeño, diminuto, punto y final.

sábado, 27 de noviembre de 2010

EL MALETÍN

Recorría todos los días las mismas calles. Mirando dentro de los cubos de basura. Revolviendo entre lo que otra gente tira. Útiles o inútiles, según quien mire. Viejas, nuevas estropeadas o simplemente que se habían cansado de ellas. Me imaginé que a esa tercera categoría pertenecía aquel maletín. No cabía otra explicación. Su cerradura no supuso un gran problema para mí. No podía creer lo que estaba viendo. Allí estaba todo lo que deseaba. Una buena cerveza, comida a raudales, dinero de alguna república bananera y un cochazo. Todo brillando dentro de un maletín. Más bien plano. Más bien cuadrado. No tenía forma de lámpara maravillosa. Ni se asemejaba al cofre de un mago. Estiré mis manos hacia la cerveza. La muy cabrona, pareció alejarse de mí. Rebrinqué, como un gato que pasara por la calle. El maletín se cerró solo. Allí acababa mi sueño. El que nace pobre, difícil tiene cambiarlo. Sigo tan pordiosero como antes. Yo diría que con algún lamparón más. Mi melena y mi barba no conocieron jamás peine. Ahora, tan sólo hay una cosa distinta. Bueno, yo diría que dos: en mi mano, una caja de limpiabotas; dentro del maletín apenas hay luz.


CANTARON AL AMOR

Y arrodillado, pedía perdón por todos sus pecados, perdón por todos aquellos pecados que volvía a repetir una y otra vez, incapaz de enfrentarse a sus demonios, cobarde ante ellos, bajo ante su alma...y pedía perdón sabiendo que en el fondo no deseaba ser perdonado.
La sintió acercarse a él por la espalda; conocía sus pasos como si siempre fuesen a su lado, y se sintió temblar, y sabía el porqué. Ahí estaba su pecado y en vez de huir acepto confesarla como ella le pidió al oído.
Se metió dentro del confesionario y se sintió desfallecer en el asiento, y cerrando la puerta de éste, miró para la rejilla que lo separaba de ella.
Su rostro apenas se distinguía, pero su voz, sólo su voz le mareaba, lograba que todos los sentidos le diesen mil vueltas y todos sus demonios volviesen a renacer con rabia loca.
La iglesia se fue llenando de gente que acudía a misa, y los bancos fueron ocupados en su totalidad.
El confesionario quedaba en un rincón oscuro de espaldas a la gente, en un rincón protegido de toda mirada.
Y ella comenzó a hablar, al mismo tiempo que otro sacerdote comenzaba la misa.
-Ave María Purísima.
Y él cerró los ojos mientras sólo estas palabras hicieron que su mente volase mientras sus manos temblaban en sus rodillas.
-Por qué vuelves, por qué, dime por qué... Dijo con voz entrecortada.
-Porque he pecado padre. He pecado. Esta noche he tenido pensamientos obscenos. Esta noche me he tocado pensando en alguien a quien amo, esta noche padre, he deseado el pecado...
Y según ella iba hablando ,pegada a la rejilla que les separaba, él se fue acercando, como si de un imán se tratase y dibujó el contorno de su cara con el dedo, el contorno de su pelo, el contorno de sus labios.
Y se acercó más, hasta que sus labios tocaron la rejilla donde ella le esperaba con los suyos...y sintieron su respiración caliente quemándole, mientras ella repetía una y otra vez que deseaba el pecado, lo deseaba...
Y llegó el silencio y sólo sus respiraciones agitadas humedecían la rejilla, aquella maldita rejilla que les separaba, y sus lenguas se buscaban, pero no se podía encontrar. Y sus respiraciones aún se agitaban más.
Mientras el otro cura predicaba contra el demonio y los pecados en el púlpito, nadie se fijó como ella entraba en el confesionario y cerraba la puerta.
Nadie escucho, en medio de sus rezos, los jadeos que éste encerraba entre maderas de cien años.
Y sólo sacaron la ropa mas indispensable, porque lo que más deseaban era conectarse, sentirse dentro el uno del otro, encima el uno del otro y sólo necesitaron pequeños roces, para que cantaran al amor, igual que el coro lo hizo con ellos, confundiendo sus voces.


Carmela

Tu dolor

En tu mirada entendí el dolor, en tu cuerpo agarrotado que lo sostenía para que no se escapara, y en tus palabras tristes y desgarradas.
Me acerqué a tu oído para susurrarte calma y por allí me colé para tratar de sacar aquéllo que tanto daño te hacía. Me deslicé por la trompa de eustaquio y tras notar el aire fresco en las fosas nasales bajé por la tráquea hasta tus pulmones, allí noté tu respiración entrecortada. Son mullidos tus pulmones, pasé del derecho al izquierdo preguntándome si la dificultad para respirar tendría que ver con ellos, los besé con cariño pidiéndoles paciencia y rebusqué bajo el izquierdo tu corazón.
Parecía iluminado, rojo y vibrante, latía con fuerza, revisé bien las aurículas, ahora los ventrículos, y escondida junto a la aorta encontré una piedra negra. Me acerqué a tocarla, quemaba, pero había traído las pinzas, especiales para extraer grandes sufrimientos.
Cogí la piedra y salí de allí; nadando por tus venas llegué hasta la palma de tu mano, donde unida al sudor de tus manos, apretadas todavía, conseguí salir.
Una vez fuera te la enseñé "no sufras más, mi amor, eres libre", entonces tu mirada cambió la tristeza por la ira "no puedes hacer eso, es MI dolor y lo sacaré cuando quiera" y dicho esto, te tragaste la piedra con un glup.

GLOBALIZACIÓN

     Cogí una bolsa de plástico. Una bolsa de plástico cualquiera, de esas que te dan en el economato. Me la puse en la cabeza y le hice dos agujeros a la altura de los ojos, uno en la nariz y otro en la boca. Luego la anudé fuerte a mi cuello, no fuera a ser que viniera una ráfaga de aire y se la llevara volando. Una vez listo, salí a la calle a dar una vuelta. Y mientras paseaba tranquilamente, descubrí que todo el mundo llevaba una bolsa de plástico en la cabeza. Una bolsa con dos agujeros a la altura de los ojos, uno en la nariz y otro en la boca. Una bolsa de plástico cualquiera, de esas que te dan el economato.


Agustín Martínez Valderrama

viernes, 26 de noviembre de 2010

Puedo detener el tiempo

Puedo detener el tiempo. Es un don. Lo he sabido desde siempre, aunque nunca lo he compartido con nadie. No sabría cómo explicarlo. – Oye, ¿sabes que si quisiera pararía el reloj durante….? – No. Creo que no me creerían.
La primera vez que pensé conscientemente en usar mis poderes fue en el patio del colegio cuando aquel balón se dirigía directamente hacia mi cara y entonces…. zas!!! Me dio justamente en medio de las gafas. Podía haberlo evitado pero yo odiaba ser un cuatro ojos y tardaron unos días en darme las nuevas.
Durante años estuve tentado a parar el tiempo durante los exámenes. Dejar al profesor y a mis compañeros petrificados y contestar las preguntas con calma, sin prisa, e incluso comprobando los datos en los libros. Pero detrás de la imagen de cerebrito hay un empollón real. Nunca me hizo realmente falta.
En aquella entrevista de trabajo casi llegué a hacerlo. Me sudaban las manos como nunca, y la corbata de las bodas (no tengo otra) casi no me dejaba respirar. Al final pensé que lo mejor era que terminara cuanto antes.
Y así llegue a este laboratorio donde paso las horas y los días. Llego todas las mañanas a las ocho y me marcho a… no lo sé. Depende. Cuando ya ha oscurecido. Vuelvo a casa y ceno solo delante del televisor.
Puedo parar el tiempo. Pero sigo esperando el momento adecuado para hacerlo.

Puck

Todo en una mirada


Y ahora no somos más que dos desconocidos. Nuestras vidas discurren por caminos diferentes y el pasado no es más que otra anécdota que anotar en nuestros diarios. Pero, algunas veces, nos cruzamos; Miramos al suelo, siempre,entre nerviosos y avergonzados.

Mas yo siempre estoy alerta para inmortalizar el breve instante en que nuestros ojos se observan directamente. Veo tristeza y eso me duele. Veo rencor y eso me duele también. ¿Por qué, entonces, busco ese fugaz momento? Porque, aún hoy, puedo ver restos de lo mucho que me querías.


-Javier Domingo-

jueves, 25 de noviembre de 2010

Llegada

Si bien lo esperaba, me sorprendió su llegada. Tal vez por hacerlo a deshora y sigilosamente.
Fue esta madrugada mientras dormía. Lo sentí escabullirse entre mis sábanas y trepar por mi cuerpo desde la punta de los pies. Fue muy cauteloso, no logró despertarme del todo. Hurgaba suavemente en cada pliegue de ropa que yo, adormilada, volvía a acomodar, como clara señal de que se fuera.
No lo conseguí. Amanecí abrazada a mis piernas, hecha un ovillo, la piel erizada, el cobertor en el suelo. Me levanté de un salto, decidida y encendí la calefacción. El invierno finalmente llegó para quedarse.

Claudia Sánchez

Recuento

¿Cuántos sacos habría echado dentro del mezclador de masas en la fábrica durante ese día? Se preguntó el lunes a la salida. ¿Cuántos a lo largo de esa semana? Se dijo el viernes al sonar la sirena. ¿Cuántos ese mes? Se interrogó el día 30. ¿Y ese año? Brindando y comiendo uvas al son de las campanadas. Finalmente el día que firmó la jubilación no se preocupó de cuanta paga le quedaría. Simplemente dijó: “Mi vida ha sido un llenar sacos de harina.”

Torcuato González Toval

¡Cumpleaños feliz!

Padre se conmovió al abrir los paquetes que le habían regalado sus hijos y su esposa. Levantó al benjamín por los aires dándole besos en la frente mientras le daba las gracias por el jabón de afeitar, las cuchillas y la brocha de pelo de camello. Besó en las mejillas a la primogénita por esa loción “alter shave” y ese perfume a sándalo tan varonil. Abrazó amorosamente a su esposa posando sus labios sobre los de ella, expresándole su gratitud por ese cortaúñas tan práctico y tan elegante.
A solas, los depositó en el cajón inferior de su mesilla, junto a otros jabones, otras cuchillas, otros cortaúñas… de pretéritos cumpleaños.
Por primera vez una duda ocupó todo su pensamiento: ¿sabrán que soy licántropo o querrán que deje de serlo?


Diego Morales

miércoles, 24 de noviembre de 2010

SUERTE

- Aquí las deudas se pagan con la suerte - me dijo

Nunca he sido supersticiosa. En mi vida sólo he tenido dos vicios, uno de ellos, el riesgo.


El mensaje dejaba clara la imposibilidad de no presentarse, así que, me preparé para la que podía ser mi ultima oportunidad. Para la ocasión, zapatos de tacón de aguja, carmín color rubí y pestañas postizas.

Una vez sentada, cerré los ojos y presioné el cañón del revólver contra mi sien. 
Sólo fui capaz de recordar a mi madre y cerrar el puño de mi mano izquierda con todas mis fuerzas.
El tambor ya había girado sobre su eje aquella noche, así que, la suerte podía colocar en posición de disparo una recámara cargada o no.

Finalmente presioné el gatillo y ante la respuesta del silencio, mordí mis labios y me fui. 


Íngrid - Palabras clave

HOLIDAYS CLASSIFIED

¿Existe algún lugar en el que podamos pedir prestado un niñito de tres o cuatro años de edad para las fiestas? Tenemos un lindo hogar y nos ocuparíamos muy bien de él, devolviéndolo sano y salvo. Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse, y lo extrañamos mucho cuando llega la Navidad. Por favor, comunicarse  con José y María, de Belén, al +++-++++.

Sin rumbo aparente

Mi vida deambula sin rumbo aparente. Aparentemente un camino, aparentemente sólo tú. Nunca he encontrado algún lugar al cual llamar hogar. Solo vine y solo me iré. Así es cómo nacimos, así es cómo partimos. Esto es un pensamiento, solo un pensamiento.

Mi mente vaga perpetua. Errante. Caminante de este mundo, mis pies pesados ante tan eterno caminar. Solo ando de paso, quizá mañana no estaré. No tengo dirección, no tengo rumbo. Incertidumbre.

Todo lo que tengo es prestado, nada es de mi propiedad. Este soy yo, vagabundo. No debo nada ni nadie me deberá.


-Musa, no entiendo lo que dices. No entiendo la razón de tu pesar.

-Quizá jamás lo entenderás, sólo es un pensamiento, sólo un pensamiento. Ya no me veas más.

-Mi mente errante ante tal aseveración, quizá es un pensamiento, quizá sólo es tu voz. Dime qué quieres, quizá lo obtendrás.

-Todo es difícil, complicado de entender. Ya no me preguntes más…


El solitario escritor.

Daniel J. Hernández R.

Errante

Mi mente vaga errante por otros mundos, por otros rincones, por otros sentimientos, a la deriva de la soledad. Creo que no estoy aquí. ¿Qué haré ahora? Quizá al seguir deambulando por estos mundos me convertiré en algo que no existe. Jamás he existido, jamás lo haré.

Mi mente errante y mi alma confundida. Vago sin rumbo, almirante sin navío.

Cartas sin destino, versos sin autor, anónimo escritor, lector de páginas vacías.

Gritos silenciosos, silencio estridente.

-¡Calla mente, calla!

Agonizantes pensamientos, errante el momento.

Quizá no soy yo. Quizá solo es un susurro. Quizá solo es tu voz.

Inspiración.

El errante escritor. Vagabundo.

Daniel J. Hernández R.

martes, 23 de noviembre de 2010

Nochecita toledana

- ¿Isabelica? Sí, soy yo, tu prima María. Te llamo para decirte que ya ha nacido mi Jesusín. Sí, sí. Es guapísimo. Cuatro kilos, se engancha muy bien, ya lo creo. Sí, su padre le ha hecho una cunita con unas maderas. Todo bien. Bueno. No, si no es nada grave. Pepe y yo estamos felicísimos, lo que pasa es que hemos pasado una noche toledana que para mí se queda, hija. Primero un tropel de jovenzuelos y mozas querían entrar a nuestra casa pero mi marido les dije que nones, que yo estaba pariendo y que no era plan de que estuviesen todos aquí zampados mirándome dilatar. ¡Qué falta de respeto, por Dios! Pero no se fueron, sino que se quedaron de parranda toda la noche cantando y bailando. Y después llegaron tres ricachones en el mismo plan, que querían ver a mi bebé. Y yo allí recién parida. Que no, que no, les dijo mi Pepe. Dejad los regalos, o lleváoslos, si queréis y volvéis dentro de una quincena. Lo que yo te diga, prima, es que a una no la dejan ni parir en paz. Ah, y se me olvidaba, mi Jesusín abrió los ojos justico justico cuando pasaba por la ventana una estrella fugaz más grande y más luminosa que nada. ¡Preciosa! Te dejo, que voy a darle el pecho otra vez, qué glotón me ha salido.

Burbuja Inmobiliaria

El cielo está enladrillado...

¿A cuánto irá el metro cuadrado?



Blanca

lunes, 22 de noviembre de 2010

Viceversa.















     En el instante en que nació recordaba perfectamente cómo y cuándo iba a morir. De todo lo que habría de acontecerle, de todo lo que durante su larga vida iba a ir aprendiendo, tenía ya nítida memoria.

     A las pocas semanas de edad, cuando pudo por fin articular palabras, se arrancó satisfecho el chupete y ante el asombro de sus progenitores, intentó explicarles la situación.
 
-No, no es que vea el futuro. Simplemente lo recuerdo.

     Y tal y como recordaba que iba a ocurrirle, pronto constató que todo lo que acontecía lo olvidaba irremediablemente al instante, viviendo así una vida viceversa, con el futuro en la memoria y el pasado en la conjetura.

     Con los años fue cumpliendo al pie de la letra el guión marcado por sus recuerdos, evitando los problemas que recordaba que evitaría en su futuro y cometiendo los mismos errores de los que tenía memoria.

     Nunca consiguió salirse de aquel rumbo. Cada vez que intentaba cambiar algo, recordaba súbitamente que ya lo había intentado cambiar en su futuro, terminaba haciendo, sin querer, exactamente lo que su memoria futura le indicaba y entraba en círculos viciosos de paradojas temporales que lo dejaban exhausto. Resultaba inútil intentar evitar lo inevitable. Fuera lo que fuera lo que iba a suceder, en realidad ya había ocurrido más adelante. Lo recordaba muy bien.

-Mi memoria es una aguafiestas –solía decir –nada me sorprende y todo se borra al instante.

     El día en que murió, sus recuerdos alcanzaban apenas un puñadito de horas, el tiempo que le quedaba por vivir. Mientras, el abismo de su pasado se le presentaba como una equívoca laguna de noventa y siete años. Tampoco al final hubo sorpresas. Como recordó toda su vida, sus últimas palabras fueron:

-Por fin un poco de misterio…

     Un instante después las había olvidado. Estaba muerto.

A expensas de ti

Me encantó despertarme y verte a mi lado, sentir tu olor y tus brazos rodeándome. Pero una gran impotencia me invadió cuando despertaste y desaparecí de un plumazo.


Su

Flotando libre

Después de nadar estoy cansada. Al salir de la piscina, siento una extraña sensación de ingravidez, mi cuerpo no pesa nada, floto ligera, como si al emerger del agua una fuerza invisible me empujara hacia arriba. Mi cuerpo se ha quedado disuelto en el agua, y sólo mi espíritu asciende, peldaño a peldaño, para quedarse levitando al borde de la piscina. Desde allí, mi espíritu se vuelve a mirar la piscina y piensa: "¡Por fin soy libre!". Pero el cuerpo no le deja escapar, sale perezosamente del agua, y en cada paso hacia la ducha voy sintiendo primero los pies, que aplastan suavemente el suelo, y en el siguiente paso las piernas, que se vuelven sólidas, después las caderas y el torso y el peso de los brazos que se estiran hacia abajo, y la ilusión de libertad termina cuando la cabeza atrapa el cerebro y lo vuelve a colocar en su sitio.
* * * * *
Quería compartir con vosotros este cuento que fue leído por Juan José Millás en su programa de cadena ser La ventana de Millás el viernes pasado 19 de noviembre.
* * * * *

domingo, 21 de noviembre de 2010

"La corriente"

Una anciana baja al pavimento y vuelve a subir a la vereda, sosteniéndose en un Ford Falcon bordó estacionado sobre J. A. Pacheco de Melo (y casi avenida Pueyrredón). El semáforo está descompuesto. Muchos taxis ocupados. Otra anciana, aferrada a una mujer con anteojos ahumados, cruza Pacheco de Melo, y recién entonces la primera, la amedrentada, emprende el esfuerzo superior de cruzar, más bien descuajeringándose.

Hoy, en análisis, me quedé en el repaso sustancioso y pormenorizado de mis padecimientos físicos. Y en que ayer conocí al médico de la familia de Susy, especialista en huesos. Le llevé las radiografías de espalda y rodilla derecha que me saqué a fines de septiembre por indicación del traumatólogo de la obra social, quien, además, determinara tratamiento kinésico en base a masajes, onda corta, ultrasonido, lámpara y ejercicios. Me preocupa la rodilla: molesta tanto al subir escaleras. Lo de la espalda es ya crónico, estoy resignado, hace media vida que me duele en ciertas posiciones y cuando escribo a máquina. El tratamiento kinésico resultó un paliativo, y exclusivamente para la rodilla. Pero desde hace dos semanas está la rodilla como antes de haberlo comenzado. Por otra parte, este médico le otorgó trascendencia a los vestigios de sangre detectados en la orina. En el examen de la rodilla localizó la movilidad excesiva de la rótula, me explicó la función de los ligamentos, confirmó que las radiografías no evidencian lesión, y encomendó placas de ambas rodillas con piernas flexionadas. Aseguró que no hay nada definitivo que pueda hacerse, ni por la espalda ni por la rodilla. Está al acecho un proceso de artrosis. Y él considera que la rótula podría, alguna vez, fisurarse.

A mi analista le hablé del Genozim. Y de la muestra de semen que el viernes llevé al laboratorio por prescripción del andrólogo, a propósito de la escasa movilidad de mis espermatozoides. Y claro, cuando oí “escasa movilidad de mis espermatozoides”, me resonó “excesiva movilidad de la rótula”. Me siento raro no tomando el Genozim. Percibía ternura por ese remedio escrupulosamente ingerido durante meses, junto con uno de los tres (Control K, Holomagnesio y Vegestabil) ordenados por el nuevo cardiólogo (extrasistolia ventricular cumpliendo un lustro).

He bebido té de boldo (el cardiólogo me prohibió el café, el té común, el mate), y estoy con hambre. Me rondan ideas e ideítas, algunas sugerentes, ¿en cuál incursionar? ¿En la que abriría con un introito reflexivo sobre el enturbiamiento de algunos de nuestros mejores recuerdos? ¿En la concerniente a la ingratitud, a las bruscas o paulatinas desvinculaciones que nos inferimos irresponsablemente los unos a los otros? El caso de Jorge en el setenta y cinco (¡diez años ya!), o el de Ramón en el sesenta y tres. Y la disolución, la pulverización. Con mujeres con las que salí me quedó un sedimento...

He pedido un sandwich de pan negro, de crudo y queso, a un mozo zombie de esta confitería Alabama. Empecé garabateando en verde, pero la Edding 1700 agotó su tinta y la sigo en azul con una Sylvapen. Mi consumición en esta sentada ascenderá a un austral con treinta, según los tickets. Se sorteó la lotería de Navidad y no parece que nos hayamos favorecido Susy y yo con nuestras participaciones. Pasó una muchacha ofreciendo Curitas y ahora invaden el local chicos mendigando. Me solazo con el tarjetón de un instituto de investigaciones agropecuarias y bromatológicas recibido por nosotros para la ex-propietaria de nuestra casa. Al lado de un dibujito con personajes aureolados, reza: “¡Paz y Bien! Con la confianza plena en el Amor Providente del Señor y en la intercesión omnipotente de la Santísima Virgen, ruego a Ud. y familia ante el Niño Dios, encareciéndole al Salvador del Mundo los colme de sus mayores Gracias durante 1986. ¡Que Dios les Prodigue sus Prístinas Bendiciones!” Y firma un otro señor cuyo apellido nombra al instituto. Hum... Pergeñar las características probables de alguien capaz de redactar en serio o disponer la impresión con su clisé comercial de eso, supone un tránsito peligrosísimo y por ello fascinante, por los desfiladeros de lo írrito (para expresarlo con intriga).

Redondear, redondear la crónica antes de que la corriente me abandone. Pienso en esta materia prima, en estos enunciados. Pienso en la novela que planeo. Y especulo, también, organizando un relato con esta recortada información: En una aldea siciliana, Enzo Gennaro Basunca es agraviado por dos amigos, hermanos entre sí. Jura vendetta. Ofensores y familia desaparecen sin dejar rastros. Dos décadas después, Enzo se entera de que esa familia reside en la capital de una provincia norteña. Llega a esa ciudad, los descubre, y asesina a cinco integrantes. Es condenado a cadena perpetua. E indultado, tras cuarenta y seis años en la cárcel, excelente conducta y precaria salud. Viaja a Buenos Aires para visitar a su único hijo vivo, su nuera, nietos, bisnietos y tataranietos. Y en un hospitalito de Gerli muere, antes de cumplir los cien. Fin. Desde dónde el planteo, allí hay una historia; seca, brindarla económica; toquecitos para clima, alguna línea de diálogo, y tal vez un título a obtener del remate.

Fin, fin. Dejaré en la mesa una cifra en billetes y monedas que incluirá propina, me levantaré, le haré un gesto al mozo y me iré cantando, remando, sin dolor, transportado por mis ensoñaciones, plausible, sagrado, y también yo atravesaré J. A. Pacheco de Melo, reafirmando imprescriptibles condiciones, de prisa.

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SECRETOS DE ALMOHADA

El régimen que me había puesto el nutricionista me estaba alterando el sueño. Aquella noche, no podía dormir. Me levanté, fui al salón y miré por la ventana. Unos adolescentes bebían cerveza y comían patatas fritas. No me rebelé cuando mis pies me llevaron hasta a la cocina. Abrí el frigorífico, partí dos cuadraditos de chocolate y me los comí. Después regresé a la cama. Mi marido se había dado la vuelta y ocupaba mi sitio. Puse mi cabeza sobre su lado de la almohada y me dormí enseguida. Soñé que abrazaba a una compañera de trabajo y nos sorprendía el jefe cuando follábamos sobre la mesa de la sala de reuniones. Se quedó mirándonos hasta que terminamos y luego se puso encima de ella y comenzó a moverse arriba y abajo. Entonces era yo quien miraba. Desperté empapada de un deseo que no era el mío. Él seguía durmiendo en mi lado de la cama. Parecía feliz. Levanté las sábanas para observar el ángulo abultado de su entrepierna. Me acordé del carnicero, visitándome en sueños, con el cuchillo alzado sobre el trozo de carne, preguntándome cómo quería los filetes, mientras me seducía con su sonrisa que enseñaba el colmillo montado sobre el incisivo. Zarandeé a mi marido y lo saqué de mi sueño. Nos levantamos de malhumor. Desayunamos en silencio, mirándonos con recelo, mientras untábamos las tostadas con mantequilla y mermelada. Cuando abrió la puerta para irse a trabajar, rocé su mejilla con un beso y le di recuerdos para el marido de su compañera y para la mujer de su jefe. Él me devolvió el beso y fue a salir, pero se volvió en la puerta para decirme que los filetes del día anterior habían salido duros y que tal vez debería cambiar de carnicero. Luego se marchó y yo me quedé sola. Abrí el frigorífico, saqué el resto de la tableta de chocolate y me lo comí. Había decidido dejar el régimen. No merecía la pena arriesgar mi matrimonio para poder lucir ese biquini que vi en la tienda y que tanto me gustaba.

Lola Sanabria

http://lolasanabria.blogspot.com/

LA PAREJA IDEAL

Ella era una reina de la comedia. Él un brillante cirujano plástico. Tras décadas juntos no lograban armonizar. Ella se refería a él como el carnicero. Él reía feliz de ser el blanco de sus chistes. Maravillosa. Reina del sarcasmo y la ironía. Temible. El publico adoraba ser insultado por ella.
El problema era en casa. Siempre distantes. Siempre agotados por sus deberes. Él intentaba lograr algún acercamiento cariñoso, solo para recibir un revés verbal no solo irrefutable sino con una carga de ingenio que tenía que reír. Y llegó el día del accidente de ella en el coche haciendo la escena en la filmación.
Los técnicos la sacaron bañada en sangre y ella gritó --- ¡ Llévenme al carnicero, que ésta cara no hay nadie más que me la pueda arreglar!---
En el quirófano el ejecutó su arte ciencia magistralmente. No quedó huella alguna en el rostro de su amada. Para la recuperación se fueron a Bahamas. En aquella playa solitaria ella podría convalecer.
De cualquier manera no le sería posible regresar al espectáculo hasta que el le quitara las costuras que mantenían sus labios sellados por dos semanas más. Así el podía también aprovechar decirle tantas cosas dulces sin que ella le contestara en absoluto. Lo que nunca le reveló es que el cosido de la boca no era necesario.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Lenguaje corporal

Él sabe de sobra que los gestos delatan a las personas. De hecho, se gana la vida interpretándolos. Su sagacidad al respecto es conocida en el mundo empresarial, aunque también lo llaman algunos particulares. En cualquier caso, actúa un poco como un mago: nunca revela sus trucos. Y es que hay algunos muy sencillos. Le basta ver que una persona responde a una pregunta mirando hacia la izquierda para saber no es de fiar: esa persona miente. 

Desde hace un tiempo, está llevando el trabajo más allá de los límites estrictamente profesionales. Conocedor del misterioso lenguaje del cuerpo humano en general, está adaptando los gestos del suyo en particular para esconder sus infidelidades. Por eso, cuando llega tarde a casa y su mujer le pregunta dónde ha estado, él mira hacia la derecha y se apresura a responder que ha tenido mucho trabajo. Ya, yo también, le dice ella mirando hacia la izquierda.

Belén Lorenzo

Mari Luna

Las paisanas de los pueblos de la comarca hablaban del final del Evaristo, con la chaqueta enganchada en la reja, y el corazón helado, pensando que un muerto le había parado los pies al salir precipitadamente del cementerio en medio de la noche.
Los chavalines nos la contábamos una y otra vez, cagados de miedo, a una distancia, más que prudencial, del Camposanto, mientras encendíamos nuestro primer pitillo, entre toses y risas nerviosas.
Aquella noche, la noche de mis recuerdos, tenía que ser especial. Los padres de Luis se habían ido a velar a su tío a Somotorres, y su hermanita, Lapesada, estaba con nosotros. 

Las historias tenían más detalles y se nos ocurrián mil artimañas con el fin de asustar a UNA NIÑA entre tantos mocosos barbilampiños.
Mal. Todo nos salió mal porque cuando el Sebas empezó con lo de que "aquenó....", que para todos nosotros eran palabras sagradas, al aquenó... entras en el cementerio y coges una rosa de la tumba de la Patro y la traes hasta aquí... sonó un "AQUESÍ"
La Mari se levantó y se dirigió al muro norte, que era el más accesible, y antes de que nos diera tiempo a pensar qué era lo que estaba pasando, ya estaba de vuelta.
El tiempo pareció pararse.
Todos la vimos acercarse a nosotros como movida por el viento. Su pelo, atado en una coleta con una cinta rosa, subía y bajaba al ritmo de sus pasos.
Y en su mano, la rosa...
Se acercó al Jose, que la miraba envelesado..., le tendió la flor y mirándole fijamente a los ojos le espetó:
"Los muertos son un juego de niños para quien está enamorada"


Todos creímos crecer en el acto al ver a esa mujer a la luz de la luna.



bicefalepena

Las enseñanzas de Heráclito

En los días de lluvia, solía emborracharse hasta perder la conciencia de todas las gramáticas. Balbuceaba empapado en lluvias antiguas, deambulando como un madero viejo por los recodos corroídos de su ser. Llenaba su boca de barro y balbuceaba sonidos incoherentes, como si tratara tal vez de invocar en aquel cielo emborronado de lluvia y alcohol las palabras primigenias, como si todo pudiera comenzar de nuevo y existiera un modo de librarse del dolor de su ausencia.
Llevaba años así cuando una noche oscura, una noche de tormenta amarga, su garganta esgrimió la voluntad del aire y pronunció los fonemas necesarios. Todo desapareció. La lluvia, la oscuridad, los muros derruidos de los viejos templos faristeos, el sonido del miedo, el sabor de las almendras en la boca de ella, el dolor, el titubeo de los labios bajo los efectos del desaliento, incluso la memoria. No quedaba nada. 
Desolado, observó el vacío que lo rodeaba y, antes de ser consciente de lo desmedido de su empuje, trató de llamarla. No hubo palabras. No existía universo que transmitiera las ondas. Cayó de rodillas, tembló. Ni siquiera fue capaz de recordarla cuando, un instante antes de la gran explosión, se hizo la luz y el futuro se desmoronó como los cimientos de una catedral ante la inminencia del diluvio.

viernes, 19 de noviembre de 2010

MONO AZUL editora *boletín 2010: Se afirmaba que el monasterio y el lupanar se comunicaban mediante pasadizos

MONO AZUL editora *boletín 2010: Se afirmaba que el monasterio y el lupanar se comunicaban mediante pasadizos

Tengo este libro. Lo he leído. Y me ha gustado. ¿Se puede decir más? ¡Ah, sí! ¡¡Lo recomiendo!!

Las dos bellas durmientes

Un día, la bella durmiente del bosque se encontró con la bella durmiente de la ciudad.
Se pusieron a comparar sueños, técnicas para despertar (deseos), tipos de despeinados, poses adormiladas, trucos para no quedarse entumidas... batas, piyamas, sábanas, camas...
Y vieron que no tenían nada en común.
Nada, excepto aquel bobo príncipe azul que iba y las despertaba cada 100 años.
Como ahora, que estaban esperando con ansía volverse a dormir...

Héctor Ugalde (UCH)


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Título a la basura

Al finalizar sus estudios los proyectos e ideas se agolpaban en su cabeza. Tenía claro los pasos a seguir y se volcó en darse a conocer a todas aquellas empresas que podían estar interesadas en sus servicios. Pese a su ímpetu el tiempo iba corriendo y los sueños acabaron siendo pesadillas.

Portazos en la cara, cartas sin respuesta y discusiones familiares eran su pan de cada día. En pocos años comprobó cómo sus esfuerzos para sacarse aquel título de especialista en Control de Calidad ahora sólo le servían para ser el mejor rebuscador entre los desperdicios de aquel contenedor.

AJUSTANDO CUENTAS

Soy mala.
Le he escupido en el cortado a mi pareja por "los asuntos pendientes".
Le he enviado un e_mail a mi ex con un virus informático.
A mi ex-amiga que ahora es muy amiga de mi ex le he pinchado las ruedas de la moto.
Me he cargado las palomas que se cagan en la ropa que tengo tendida en el patio de mi casa.
He llamado a la policía cuando ha aparecido la viejecita que les da de comer.
He envenenado al perro que se mea en la esquina de mi casa. A su dueño también.
He matado al de la luz, al del agua, a los de hacienda.
He matado a mi madre por no quererme como debía y a mi hermano por ser perfecto.
He matado al que me robó del estuche mi boli de la comunión y a mi mejor amiga que salió con el chico que me gustaba.
Me he suicidado varias veces.

Creo que ahora ya me puedo levantar de la cama.


Blanca

martes, 16 de noviembre de 2010

Concierto #2 en dos sostenido mayor

...Tras el piano y los dedos percutiendo precisos al compás, vuelan los sonidos, dispersándose, enredándose entre los cabellos, saltándo de butaca en butaca por toda la sala.
Al fondo, una pareja, ajena a la lluvia de sonidos se besa, se mira, se toca con los dedos, pulsándose precisos, al compás de su corazón.
En el escenario, el pianista ignorando lo de los besos y tras el piano y los dedos percutiendo precisos al compás, vuelan los sonidos, dispersándose, ahora, más apasionados.

bicefalepena

lunes, 15 de noviembre de 2010

Espacio vital

Cuando camino por la calle, me divierte comprobar las distintas distancias corporales que marcamos sin darnos cuenta. Esto se nota especialmente en el transporte público. Por ejemplo, si eres el único pasajero y sube alguien, jamás se sentará a tu lado. De manera inconsciente, buscará un asiento libre que no esté demasiado lejos o excesivamente cerca. Es algo que he comprobado infinidad de veces, pero puedes hacer la prueba si quieres. Pues aún sabiendo que es totalmente imposible, siempre que la veo entrar espero contra todo pronóstico que se siente a mi lado. 

Rana de San Antón

Aquel verano sus padres tiraron la casa por la ventana. Un mes en Londres para aprender el idioma, que sin inglés no vas a ninguna parte, decía su madre. Después quince días en un campamento deportivo, que al niño se le da bien el balón y cualquier día nos retira, decía su padre. Y ambos coincidieron en que al menos debía pasar otras dos semanas en Madrid con la tía Angustias que está muy bien relacionada y las niñas van a clase con la hija de una prima segunda de los Borbones.
Entre tantas idas y venidas Mario pasó unos días en el pueblo y cuando volvió a clase, en su primera redacción lo tuvo claro.
"Este verano he ido al río. Yo no sé cazar ranas pero al Largo se le da muy bien y cogimos una de San Antón. Se la quedó él pero le puso mi nombre. El Largo sabe mucho de animales y de muchas cosas. Yo de mayor seré veterinario y cuidaré sus vacas".

Puck

La ventana

Siempre había tenido la manía de, cuando paseaba por las calles, mirar a las ventanas de las casas que estaban iluminadas. Realmente sólo podía ver, como mucho, las lámparas, el color de un trozo de pared y si tenían algo colgado o no, pero eso era suficiente para, durante el paseo, tener la mente ocupada intentando dar respuesta a preguntas como ¿cuántas personas vivirán?, ¿en qué ocuparán sus días?, ¿cómo será la vida ahí dentro?, ¿serán felices?,…

Aquel día ella sentía que no era feliz, no tenía ninguna razón en concreto y las tenía todas en general, era algo indefinido, una sensación. Había tenido un día agotador en el trabajo, muchas exigencias y ningún reconocimiento, había llegado a su casa más tarde de lo normal, y cuando cruzó la puerta, lo único que encontró es una nota de su pareja diciéndole que no le esperara despierta. Solo tenía ganas de llorar.

Sin pensarlo decidió salir a la calle, sin pensarlo porque no quería pensar, quería huir, llenarse, aunque fuera con la vida de otros. Comenzó a caminar sin rumbo, a recorrer calles que normalmente no frecuentaba. Anochecía y refrescaba, aunque ya estaba acabando la primavera, aún las noches refrescaban. Le sorprendía ver a aquellas jovencitas sentadas en los bancos del parque, riendo sin parar mientras hablaban con un par de chicos. Era entonces cuando su mente comenzaba a jugar, centraba su atención en una de ellas, la observaba e imaginaba lo bien que se podría sentir riendo así, seguro que en ese momento en que los chicos no paraban de tirarles los tejos se creía la mujer más bonita del mundo, seguro que en ese momento sentía que era ella misma y no la que sus padres pretendían que fuera, seguro que en ese momento de su vida, las únicas responsabilidades que tenía era asistir a clase y aprobar unos exámenes, que seguro que lo hacía porque tenía cara de chica de inteligente.

Continuó su camino, dejó las risas atrás, siguió paseando sin rumbo por las calles de la ciudad, hasta que el sin rumbo se convirtió en un rumbo definido, alguna fuerza que no conocía la guiaba ¿a dónde iba?

En aquella casa, tras la ventana de gran cristalera que hacía casi de pared frontal, los lloros de un bebé le hicieron fijar su atención. La gran ventana permitía que el campo de visión de la casa fuera bastante amplio. Alguien intentaba calmar aquel niño, era un hombre, debía ser su padre. Un escalofrío recorrió entonces todo su cuerpo, ese hombre era su novio, ése que le había dejado en una nota que no le esperara despierta estaba en otra casa, con un niño en sus brazos, intentando que durmiera con sus abrazos, con sus besos, con su amor,…

Una lágrima le recorrió la mejilla, pero aún así no pudo sacar la mirada de aquella ventana. No sabía por qué, pero una extraña sensación le hacía encontrarse cada vez más en paz consigo misma. Cuando los llantos cesaron una mujer entró, los abrazó, los besó, allí permanecieron fundidos los tres en uno, bailando lentamente, al ritmo de la música que había ocupado el espacio de los llantos.

Algo cambió, la calma invadió su cuerpo, comenzó a sentirse llena, plena, feliz. Acababa de descubrir que era lo que necesitaba para llenar su vacío, porque allí, tras esa ventana estaba ella, en el hogar que siempre había soñado, con el hombre que siempre había amado, con el hijo que siempre había esperado, con la familia feliz que siempre había deseado…


El curso de Anamari

Frases que cambiaron el curso de la historia.

Salzburgo, 1760...

-Leopoldo, tendrás que hacerte cargo de los niños, que me ha salido un curso de inglés. Mari que ensaye y a Amadeo le das un papel para que haga garabatos y se entretenga.

El padre se llevó a los niños al trabajo y volvieron tarareando dulces melodías. Y el pequeño con un buen piano...

bicefalepena

Mi príncipe de dos piernas.



Todas las mañanas te dejo mensajes en la arena, pero no sé que pasa que nunca te das cuenta...


"Octava internación"

Muy delgadita, parece púbera, y sin embargo, es mayor de edad. La madre la visita los miércoles, le lleva galletas de sémola y desodorante, ropa y la TV Guía, y cincuenta centavos de austral para que se compre una gaseosa en el bar de la clínica. Deambula por los corredores, va al parque, juega en la única hamaca y en verano, cuando hay agua limpia en la pileta y sol, se pone la malla y se sumerge. Esta es su octava internación. Conversadora, en un estilo a borbotones; simpática y con una voz que si gritara, fácilmente llegaría al chillido. Si se la mira con persistencia, simula vergüenza: agacha y gira la cabeza, revolea los ojos, masculla y cuando uno sigue de largo, se recobra, contesta, inquiere sobre algún profesional que la haya atendido en otra época (“¿Hace mucho que no la ve a la licenciada María Eugenia?”) o sobre el signo astrológico de una mucama de la tarde, o induce a evocar cómo era la institución antes de las recientes modificaciones edilicias. A veces, correteando se aproxima y descerraja: “¿Me da plata?” Se esfuma su ingenio cuando ceden las aristas deliroides y el cliché; se agazapa y desconoce pretéritas familiaridades.

Todavía no está por irse de alta. En la última salida hirió a su hermanito. Con un sacacorchos lo atacó delante del padre, quien a su vez la golpeó con los puños. Ella no menciona el episodio, desestima los moretones e insiste en interrogarme sobre asuntos fuera de lugar.

Rolando Revagliatti

http://rolandorevagliatti.blogspot.com


Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.