Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

CARA Y CRUZ

 


            El niño mitigaba su aburrimiento lanzando repetidamente al aire una moneda, caída de la cornucopia de Tyké. Empeñado en emular a su hermanastro Apolo, trataba de adivinar, sin mucho éxito, la cara que mostraría aquella pieza de oro en cada tirada. Zeus, malhumorado, interrumpió su juego para advertirle de que en cada lanzamiento, en apariencia inocente, estaba despertando en los mortales una dramática batalla interior entre sus facetas opuestas. La maldad hacía presa en los más virtuosos, el miedo doblegaba el coraje de valientes soldados, los honestos cedían a la corrupción, los pacíficos ardían de ira, y los sumisos esclavos se proclamaban libres espada en mano. El hombre se hallaba a merced de aquellos rasgos propios que ocultaba al mundo. 

             El pequeño Ares guardó la moneda pero retuvo lo acontecido en su memoria hasta que ocupó su legítimo lugar en el Olimpo. Como dios de la guerra, utilizaría su poder para que los mortales, tratando de escapar de la dualidad que les atormentaba, creyeran haber expulsado al enemigo interior fuera de su cuerpo, por el simple hecho de convertir a sus congéneres en el objeto de todos sus odios y sus miedos.  

Pedro Alonso.

3 comentarios:

Sara Nieto dijo...

Muy bueno, Pedro. Me gustó mucho esa frase final que resume la historia y te hace reflexionar.

Besitos

Rosa dijo...

Enhorabuena por el texto. Me gustó mucho este Ares.

Besos desde el aire

Paloma Hidalgo dijo...

Una explicación plausible de tanto y tanto odio, gracias por compartirla.

Un saludo

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.