Daniel Galantz es un fantástico humorista gráfico que los que siguen este blog ya conocerán. Para los que no lo conozcan recomiendo que visitéis su blog GALANTZ.

Pues bien, cual fue mi sorpresa cuando hace unos días abrí mi correo y vi un mensaje suyo en el que me enviaba un bonito diseño para El Microrrelatista. Me gustó mucho y es el que podéis ver en la cabecera de esta página.

¡Gracias Daniel!

miércoles, 23 de mayo de 2012

RECICLANDO UN UNIVERSO.

Dotado con talento y sabiduría biogenética procedió a reclonarse para convertirse en un Dios capaz de crear un universo superior al conocido por tanto terráqueo.
En lugar de burdas entidades con complicados cuerpos físicos expuestos al envejecimiento y el desgaste, sus seres serían inmortales, eternos y de composición luminosa; y exentos de hambre y necesidades de sustento. Estarían dotados para participar en sublimes placeres, todos libres de consecuencias negativas, debido a la pureza de su amorosa escencia.
Sobre la mesa el plano se llenaba de trazos de las ecuaciones necesarias para instalar ciclos carbónicos similares a los del sol que servirían como catalizadores de concentración de energía cuántica y le facilitaban armar una nueva materia molecular escencial.
A un instante de rasgar los velos para descifrar la última fórmula para cuajar el proyecto; tronó la cafetera llevándose en un corto circuito datos indispensables para consumar la creación.
El impacto psicológico de éste retraso, quizás irrecuperable debido al factor tiempo; le activó un shock nervioso que se manifestaba en un tic intermitente por el cual él mismo, se propinaba una cachetada cada tres segundos, a la vez impidiéndole recuperar la concentración necesaria, y causando risa en todos los demás.
Risotadas feroces de ésa masa ignorante, que podía escucharlas colectivamente cual sonido de hienas con diarrea.
Pasaba las noches triste observándose entre la cósmica lluvia de tantos Dioses caídos.

5 comentarios:

Yashira dijo...

Pues qué mala suerte la dichosa cafetera Carlos, con lo bien que iba, al final por un hecho fortuito quedó reducido a un Dios caído más.

Genial relato. Un abrazo

Javier Ximens dijo...

Carlos, qué bueno, divertido y crítico y triste. Cómo sucesos imprevistos, ocasionales alteran el acontecer. Sospecho que al final hablas de un centro de recluidos mentales, o la calle misma.

Unknown dijo...

Así se da una historietita más dentro del micro basado en la presión que soportamos como especie, sin saber siquiera porqué.
Una vez Borges dijo que éste universo es producto de un Dios menor, lo cual cabe en las posibilidades. De ahí deriva el cuestionamiento que planteo en éste micro; ¿Con que otras posibilidades contaríamos , de así poder crearlas un Dios todopoderoso, o por lo menos parcialmente poderoso.
Les agradezco sus comentarios, y comprendo a Ximens dudando de la salud mental de nuestro científico protagonista. Pero así es de delgada la línea que divide al loco del genio.
Admiro tremendamente al que clonó al primer borrego, meramente por plantearse ¿Cómo clonaré un borrego? Éso es ambición creativa.
Urge más gente así. Solicito surja alguien que invente como sacarnos del sistema jerárquico absoluto del poder bancario económico corporativo. Alguien que invente un líquido que te pongas y elimine la caries dental, alguien que invente una aspiradora que atrpe todo el polvo en un filtro deshechabe lleno de agua. Urge que los cerebros contemporáneos se apliquen a resolver tanto pendiente. O si se sienten amputados cerebrales como yo, alimenten a las aves y planten árboles, salven a las abejas, pero hagan algo, aunque no necesariamente consista en una hazaña Batmánica.

Elysa dijo...

No sé si a alguien que altera de esa manera el sonido de una cafetera merece convertirse en un Dios, para especie imperfecta y fallida ya estamos nosotros.

Besitos

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Muy bueno...
El final cierra, con creces, la trama que se venía desarrollando hasta ese momento.
¡Felicitaciones!

Decálogo para escribir microcuentos (Robado de la Escuela de escritores)


1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo.

2. Un microcuento no es una anécdota, ni una greguería, ni una ocurrencia. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia.

4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud.

5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples.

6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo.

7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: no ha de ser superfluo, es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de desvelar algo importante.

8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande.

9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas.

10. Piensa distinto, no te conformes, huye de los tópicos. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces.


Envía tus microrrelatos de no más de 200 palabras a elmicrorrelatista@gmail.com. Se irán publicando los mejores.